domingo, 1 de noviembre de 2015

Madre se come a sus hijos los vomita y se los vuelve a comer, Caso real historia completa


Klara Mauerova, la madre canibal de Kuřim



Klara Mauerova nació en Kuřim (Checoslovaquia) en 1975. Era una niña inadaptada con una obsesión por el universo místico, que siempre afirmó estar destinada para cumplir una misión asignada por Dios.

Su hermana menor, Katerina, tenía una personalidad similar. Las dos siempre solían fantaseaban con grandes hazañas que realizarian cuando llegara el momento. Con el pasar de los años, Klara llegó a estudiar en una universidad, pero nunca logró liberarse de sus fijaciones pseudoreligiosas. No pasó mucho tiempo hasta que consiguio independizarse de su familia, se fue a la casa de un hombre con quien vivía, según sus propias declaraciones, una vida sexual tórrida. Ella quedó embarazada y tuvo dos hijos: Ondrej y Jakub.

Debido al carácter violento y enfermo de Klara, el matrimonio no duró mucho tiempo. Después de la separación, ella se quedó sola con los niños. A pesar de sus excentricidades, era una buena madre; pasaba bastante tiempo con sus hijos, amándolos y cuidando de ellos. Sin embargo, la soledad se apoderaba de ella. Klara buscó a su hermana Katerina, para que fuera a vivir con la familia.

Klara y Katerina conocieron a Barbora Skrlová, de 33 años, que estudiaba en la misma universidad que Katerina. Esta mujer tenía una rara enfermedad glandular: su aspecto era el de una niña de doce años y ella siempre se aprovechó de ello para hacerse pasar por un menor de edad, escapando así a las sanciones y acciones legales. Incluso había sido adoptada por una pareja, que la confundió con una niña. Con carácter violenta y personalidad dudosa, Barbora pasó gran parte de su vida haciendo tratamiento psiquiátrico, también fue hospitalizada, pero se las arregló para escapar con facilidad.

La presencia de Barbora Skrlová en la vida de Klara y Katerina, cambió muchas cosas. Sus personalidades fueron completamente tocadas por la nueva amiga. Según declaraciones del psiquiatra Zdenek Basný, que la atendía, el cambio de identidad de la mujer con la mirada del niña se debía a un trastorno mental: “Toda la historia de Barbora Skrlova está rodeada por un enigma en la qie ella participa de manera extraña. No hay una explicación clara, pero mi hipótesis es que se trata de una distorsión con trastorno mental grave de identidad”.

Influenciadas por Barbora, las hermanas se entregaron a un culto llamado “Movimiento del Grial“, que decía tener cientos de seguidores en Gran Bretaña, así como decenas de miles de personas en todo el mundo. Este movimiento se basaba en las escrituras creadas entre 1923 y 1938 por el alemán Oskar Ernst Bernhardt, excusado en el mensaje del Santo Grial, en el que se decía que un hombre puede llegar al cielo haciendo buenas cosas en la tierra.

Pero la realidad era diferente. Uno de los preceptos del grupo era que sus miembros estaban libres de tabúes sociales, como el incesto, el canibalismo y el asesinato. Todos recibían ordenes de líder desconocido que se hacía llamar “El Doctor”. Se comunicaba con sus seguidores sólo a través de mensajes de texto enviados a sus teléfonos. “El Doctor” apoyaba la esclavitud, el abuso infantil y la promiscuidad sexual, a causa de un supuesto sentido libertario.

Gracias a la influencia de Barbora, Klara se afeitó la cabeza y las cejas. Se vestía con harapos y dejó de ducharse. Mientras tanto, su hermana Katerina apoyaba todas las actitudes de Klara y Barbora. Por otra parte, Barbora tenía dos personalidades: en parte era una mujer adulta y por otro era una niña. Estaba celosa de la atención que Klara le daba a sus hijos. Poco a poco, comenzó una campaña sutil en contra de los pequeños. Los acusó de cometer travesuras, romper cosas y comportarse mal.

Klara comenzó a castigarlos. Sin embargo, la frecuencia de las denuncias aumentó tanto que Klara, desesperada por la presunta mala conducta de sus hijos, pidió consejos a la autora de todo. Barbora, feliz de convertirse en dueña de la situación, le propuso la construcción de una jaula de hierro para encerrar a los niños.

La jaula le fue encargada a un herrero de la localidad. Y posteriormente la instalaron en el ático de la casa. Lo que parecía muy natural para Katerine y Klara, era que a través de los barrotes, los chicos podían conseguir comida y quedarían sin la posibilidad de portarse mal. Era 2007. Los chicos estaban desnudos y atrapadas en una jaula. No sabían, pero permanecería allí durante más de un año.

Barbora dio nuevas instrucciones, que las hermanas siguieron a rajatabla. Empezaron a torturar a los niños. Los quemaron con cigarrillos en los brazos y las piernas. Y los ataban y amordazaban cuando recibían visitantes. Golpearon y les aplicaron descargas eléctricas a través de los barrotes de hierro de la jaula. Los laceraban con látigos y los ahogaban. Les mantenían desnudos todo el tiempo y los rociaban con fría para limpiarlos una vez a la semana. Los niños tenían que dormir en el suelo sin mantas, encima de su orina y excrementos. A veces les daba de comer. Y si lloraban, eran golpeados a través de los barrotes.

Un día, Barbora tuvo una idea. Empezaron a alimentar a los chicos en abundancia. Ganaron peso y luego Klara tomó un cuchillo afilado, fue a la jaula y le pidió a Ondrej que extendiera la pierna. Acto seguido, Katerina y Barbora aseguraron el miembro del pequeño mientras Klara, con el cuchillo, arrancó trozos de carne de su propio hijo. El niño gritaba de dolor y terror, mientras su hermano hacía lo mismo. Después de cortar varias piezas de piel, las tres las comieron delante de ellos, sin importarle los gritos de los pequeños.

Su otro hijo, Jakub, permaneció presa del miedo durante un mes. Sabía que tarde o temprano, le pasaría lo mismo que a su hermano. Y así fue. Durante la próxima sesión de canibalismo el fue la victima. Su madre le cortó pedazos de sus brazos. Desde entonces, cada mes, la sangrienta rutina se repetía: las tres se presentaban, Klara arrancaba trozos de carne de uno de los niños y los devoraban en el acto.

Barbora tuvo una idea para controlar más a los niños, una idea que sería su perdición. Katerina compró en una tienda de electrónica, una cámara inalámbrica de vigilancia, utilizada para vigilar a los bebés. La instalaron en el ático. Y a través de ella podían ver lo que los chicos estaban haciendo y también ver cuando alguna de ellas los torturaban.

Pero algo sucedió (se podría decir que un milagro). Un hombre se mudó con su esposa a la casa de al lado e instalaron una cámara para vigilar la habitación de su bebé. Su sorpresa fue extrema cuando, en lugar de ver la habitación de su hijo, vieron el ritual de las tres mujeres, torturando a los pequeños. Pasaron días hasta que se dio cuenta de que estaban interceptando la señal de sus vecinas.

El hombre grabó un video con imágenes e hizo la denuncia a la policía. El 10 de mayo 2007 los agentes irrumpieron en la casa. Klara y Katerina se colocaron delante de la puerta que conduce a la buhardilla, trataron de evitar que los agentes entraran. La policía las sacó y las llevó a un vehículo. Rompieron la cerradura y entraron. Lo que encontraron allí les causó horror.

El hedor de la sangre, la orina y las heces era insoportable. El suelo estaba pegajoso y las paredes estaban cubiertas de sangre. Uno de los chicos se desmayó, el ​​otro estaba en shock. Ambos tenían heridas horribles, su cuerpo podrido varias partes y algunos trozos de carne viva expuesta.

Parada en frente de la jaula estaba una niña sosteniendo un oso de peluche. Al ver a los oficiales, corrió a sus brazos. Les dijo que se llamaba Anika, que tenía 12 años y qie fue adoptado Klara. Los agentes la llevaron rápidamente. Una vez en la calle, la supuesta niña aprovechó que la policía intentaba desesperadamente abrir la jaula de hierro para escaparse: era Barbora.

El caso fue un escándalo. Los niños fueron hospitalizados y uno de ellos no logro vivir. El otro pudo declarar en el juicio contra su madre y su tía, relatando los horrores que sufrió el desván durante un año. Las dos mujeres culparon a Barbora, pero cuando la policía emitió una orden de arresto contra la mujer, no la localizaron.

Barbora huyó a Noruega, donde asumió otra identidad falsa: decía ser un chico llamado Adam y tener 13 años. Una pareja noruega la adoptó. Y pasó a asistir a la escuela primaria.

Pasó casi un año hasta que la policía la encontró. Fue arrestada en Noruega, ante la mirada atónita de sus padres adoptivos que no podían entender por qué una chica fue capturada como un criminal. Cuando les dijeron que no era una niña de 13 años, sino una mujer de 36 entraron en shock.

Barbora fue extraditada a la República Checa, donde fue juzgada junto con Klara y Katerina. Su enfermedad y su extraña personalidad inspiraron una película de terror: The Orphan, que cuenta la historia de una mujer que engaña a la gente haciéndose pasar por una niña para cometer crímenes terribles.

Klara dijo en la corte: “Hubo cosas terribles y sólo ahora me doy cuenta de eso. No puedo entender cómo dejé que eso sucediera”. Las hermanas afirmaron que Barbora les había hecho un “lavado de cerebro” y que ellas no tenían idea de lo que estaban haciendo cuando torturaban a los chicos.

En marzo de 2009, el Tribunal Superior de Olomouc condenó Klara Mauerova a 9 años de prisión y 10 años para su hermana Katerina Mauerova. No pude obtener la información exacta acerca de la condena de Barbora.

El caso es conocido como el peor de los casos de abuso infantil en la historia del país.




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